Una gata extremadamente embarazada
En cuanto la vi, se me hizo un nudo en el estómago. Era la gata más preñada que había visto nunca, su frágil estructura apenas soportaba el peso de su enorme barriga. La preparé cuidadosamente para la ecografía, con la esperanza de ver si sus gatitos estaban vivos. Pero cuando la imagen parpadeó en la pantalla, retrocedí conmocionada. “Dios mío”, exclamé con voz temblorosa.

Una gata extremadamente embarazada
Un alma asustada
La primera vez que la vi en el refugio, parecía totalmente asustada. Sus grandes ojos se cruzaron con los míos y sentí un vínculo instantáneo y tácito. “Hola, niña”, murmuré suavemente, intentando tranquilizarla. Soltó un pequeño maullido, casi como si comprendiera. Una trabajadora del refugio se acercó y dijo: “La dejaron aquí toda la noche, sin ninguna información”

Un alma asustada